Polémica declaración del Papa: «La propiedad privada es un derecho secundario”

Publicado el 17/06/2021

En un videomensaje a la anual Conferencia Internacional del Trabajo, Francisco dijo que es más importante el destino universal de los bienes. Destacó las necesidades de los migrantes y los trabajadores más vulnerables.


El papa Francisco reivindicó el derecho de todos los trabajadores a organizarse en sindicatos en un videomensaje en español a los participantes de la 109° Conferencia Internacional del Trabajo y señaló que la propiedad privada es un “derecho secundario”.

El pontífice destacó las necesidades de los migrantes y los trabajadores más vulnerables y dijo que dijo que “a veces, al hablar de propiedad privada olvidamos que es un derecho secundario, que depende del derecho primario, que es el destino universal de los bienes”.

El papa retomó así una idea que ya expresó en diciembre al inaugurar la conferencia internacional de los Comités Panamericano y Panafricano de Juezas y Jueces por los Derechos Sociales y la Doctrina Franciscana, cuando afirmó que el derecho a la propiedad es “un derecho natural” pero “secundario” derivado del derecho que tienen todos, “nacido del destino universal de los bienes creados”.

Defensa y críticas al sindicalismo

En el mensaje, que dirigió en primer lugar al director general de la OIT, Guy Ryder, Francisco dijo que la reconstrucción de las economías después de los reveses de la pandemia de coronavirus debe apuntar a un futuro con “condiciones laborales decentes y dignas’’, que provengan de la negociación colectiva. Pidió así una “reforma profunda de la economía” y “un trabajo esencialmente humano”.

También destacó que el “derecho a la sindicalización’’ es una de las protecciones fundamentales de los trabajadores pero asimismo criticó la corrupción que convierte a los sindicatos en “seudopatrones” y los aleja del pueblo.

Francisco sostuvo que la labor de los sindicatos es la de “desnudar a los poderosos que pisotean los derechos de los trabajadores más vulnerables”, aunque les invitó a “no dejarse encerrar en una ‘camisa de fuerza’ y enfocarse en situaciones concretas”.

“Cuando un sindicato se corrompe, ya esto no lo puede hacer, y se transforma en un estatus de seudopatrones, también distanciados del pueblo”, denunció el sumo pontífice.

También le pidió a los empresarios que trabajen por la “superación de la miseria” y se centren en la creación de “fuentes de trabajo diversificadas”. También consideró que la “verdadera vocación” de los empresarios es “producir riqueza al servicio de todos”.

De este modo, denunció una “dinámica elitista, de constitución de nuevas élites a costa del descarte de mucha gente y de muchos pueblos”. Por ello, alertó sobre el peligro real de “olvidar a los que han quedado atrás”. “Corren el riesgo de ser atacados por un virus peor aún del Covid-19: el de la indiferencia egoísta”, sostuvo. Para Francisco “una sociedad no puede progresar descartando, no puede progresar”.

“Este virus se propaga al pensar que la vida es mejor si es mejor para mí, y que todo estará bien si está bien para mí, y así se comienza y se termina seleccionando a una persona en lugar de otra, descartando a los pobres, sacrificando a los dejados atrás en el llamado ‘altar del progreso’”, afirmó.

Por eso, Francisco instó a superar “pasadas fijaciones” basadas en “el beneficio, el aislacionismo y el nacionalismo, el consumismo ciego” y “la negación de las claras evidencias” de la indiferencia. Así, llamó la atención sobre la “amenaza” que constituyen “las teorías que consideran el beneficio y el consumo como elementos independientes o como variables autónomas de la vida económica, excluyendo a los trabajadores y determinando su desequilibrado estándar de vida”. En este sentido, denunció que hay “grandes masas de la población” que se ven “excluidas y marginadas” porque no tienen ni “trabajo” ni “horizontes”.

De este modo, llamó a llevar a cabo una “negociación colectiva” que promueva el bien común y que haga del trabajo un “componente esencial” del “cuidado de la sociedad y de la creación”.

Además, deploró que muchos migrantes y trabajadores vulnerables suelen quedar excluidos de los planes nacionales de salud. Durante la pandemia, esta exclusión “complica la detección temprana, la realización de pruebas, el diagnóstico, el rastreo de contactos y la búsqueda de atención médica por el Covid-19 para los refugiados y los migrantes y, por lo tanto, aumenta el riesgo de que se produzcan brotes entre esas poblaciones”, dijo el papa.

Por otro lado, lamentó que muchas mujeres de todo el mundo siguen llorando por la “libertad, la justicia y la igualdad entre todas las personas humanas”. “No se terminan de erradicar costumbres inaceptables, destaco la vergonzosa violencia que a veces se ejerce sobre las mujeres, el maltrato familiar y distintas formas de esclavitud”, concluyó.