Después de dos décadas volvieron los trueques al Conurbano bonaerense
A diferencia del 2001, ahora se promocionan en las redes sociales y se concretan en ferias. Otra muestra de la profunda crisis y el bajo poder adquisitivo.
Conseguir alimentos pasó a ser la prioridad de muchas familias del Conurbano bonaerense. Un albañil ofrece trabajo a cambio de mercadería; una joven promociona cosméticos y pide comida; un hombre muestra un par de zapatillas usadas y avisa que quien le ofrezca un “combo” de aceite, azúcar y arroz se las lleva. Todos los casos con el mismo denominador común, no pasar hambre.
El bajo poder adquisitivo y los altos niveles de inflación hicieron resurgir después de 20 años al famoso trueque, símbolo de la crisis del 2001. Ferias vecinales, clubes de barrio, galpones y baldíos se convirtieron en puntos de intercambio en aquella época, pero ahora las redes sociales son el lugar donde se acuerdan transacciones que luego se concretan en algún sitio convenido o en “ferias solidarias”.
“Este fenómeno empezó a crecer nuevamente donde están las ferias. Cuando no se vende nada, la gente empieza a trocar cosas. Y lo llamativo es que la mayoría de las cosas que se cambian son por comida. Al menos en La Matanza, donde yo suelo estar, se ve mucho eso”, señaló a TN Héctor “Toty” Flores, diputado por el ARI y dirigente social.
Facebook es la plataforma donde empezó a proliferar el fenómeno. Por estas horas, escribir “trueque” en el buscador es un ejercicio aparentemente habitual para mucha gente: así lo entiende la red social, que indica que se trata de una búsqueda “popular ahora”. El paso siguiente ofrece un menú de opciones: grupos de trueque “abiertos”, donde en cuestión de segundos se puede ofrecer o pedir determinado bien; o “cerrados”, donde los administradores agregan o no a los potenciales interesados.
Una vez adentro de alguno de los grupos, la oferta y la demanda es tan grande que incluso un scrolleo intenso dificulta observar publicaciones de días anteriores. Los intercambios de lo que sea a cambio de comida se viven minuto a minuto. Cada espacio tiene sus propias reglas: en algunos se acepta dinero; otros son trueque al cien por cien.
Hay usuarios que incluso apelan a ‘vivos’ en Facebook donde las protagonistas son ferias americanas montadas para la ocasión: entonces una mujer empieza a exhibir ropa mientras pide comida a cambio. Los videos de TikTok funcionan con el mismo propósito. Y la modalidad también circula a través de grupos de WhatsApp.
“Cambio trabajo por mercadería, por algo de mi interés o lo que puedan darme. Soy electricista domiciliario y me doy maña para arreglar microondas u hornitos eléctricos”, ofrece uno de los tantos trabajadores afectados por la destrucción de la economía informal, un proceso que se vio intensificado por la pandemia: gente que día a día salía a buscar el sustento y encontró un obstáculo demoledor en las restricciones. Otro de los intercambios populares es comida por comida: personas que ofrecen cartones de leche a cambio aceite o azúcar, o aquellos que piden trocar yerba por fideos.
“El Gobierno evidentemente tiene la visión de que la situación se arregla con planes sociales. Y la realidad es mucho más complicada. La inflación no da tregua y se ve principalmente en el precio de los alimentos”.